Desmontar la “realidad” desde lo “real”
Las fotografías son documentos, de ficciones, ni más ni menos: del poder que ejercen las fantasías, del poder que nos impulsa a “escenificar” fantasías.
Los medios de comunicación tienen esa capacidad para invadirlo absolutamente todo, con la digitalización de nuestra vida cotidiana, la línea divisoria que separa la realidad de la ficción tiende a tornarse más y más difusa.
Hoy, cuando no sólo las relaciones sociales, sino también la tecnología, van tornándose cada vez menos transparentes, existe una enorme necesidad de recrear una concreción artificial con el fin de permitir a los individuos que se relacionen con la complejidad de su entorno, de un mundo vital cargado de sentido.
Con esta obra hago hincapié en esta manera de representar la realidad, ya que constantemente estamos sometidos a ese afán de la continua representación, la escenificación y la puesta en escena del mundo que percibimos como real desde el propio mundo, ejemplos como mirar a un espejo y ver el reflejo pero ya este “mundo” que vemos reflejado adopta otro carácter, al igual si hacemos un dibujo, una pintura, una escultura u observamos a través de un agujero (cámara oscura) y la fotografía en general.
A simple vista en esta fotografía vemos unas manos apoyadas sobre un muro pero no está del todo claro, bien podrían ser esculturas situadas en un espacio expositivo o un precipicio en el que hay alguien que intenta salvarse y no caer.
Pero al ver la siguiente imagen, la imagen sin modificación, nos damos cuenta de que todo era un engaño y que las fronteras de lo que percibimos como real y lo no real no están del todo separadas.
¿Es una ilusión? al efectuar esta modificación de la imagen más verdadera al re-encuadrar y girar el punto de vista percibimos otra cosa diferente pero que al mismo tiempo sigue formando parte del mundo que entendemos como real, lo ficticio es aquello que no reconocemos de nuestra experiencia. cuando perdemos nuestra capacidad de anclaje a la realidad es cuando consideramos aquello como ilusión, pero como apunta Zizek :
La dialéctica de lo verosímil y lo Real no pueden reducirse al hecho de que la virtualización de nuestra vida cotidiana, la experiencia de que cada vez de manera más integral vivamos en un universo artificialmente construido, dé pie a la urgencia de “regresar a lo Real”, de recuperar una sólida apoyatura en alguna “realidad real”. LO REAL QUE RETORNA TIENE EL ESTATUS DE LO (OTRO) VEROSÍMIL: precisamente por ser real, es decir, en función de su carácter traumático/excesivo, somos incapaces de integrarlo en (lo que vivimos como) nuestra realidad, y nos vemos necesitados de experimentarlo como una aparición, un sueño. Decimos que no conviene confundir la ficción con la realidad; recuérdese la doxa posmoderna de acuerdo con la cual “realidad” es un producto discursivo, una ficción simbólica que mal percibimos como entidad sustancial autónoma. La lección que aquí aporta el psicoanálisis es justo la contraria: no conviene malinterpretar la realidad como si fuera ficción; es preciso discernir, en lo que experimentamos como ficción, el meollo duro e irreductible de lo Real, que sólo seremos capaces de sustentar si lo ficcionalizamos. En dos palabras, hay que discernir qué parte de la realidad se “transfuncionaliza” mediante la fantasía, de modo que, aun siendo parte de la realidad, se percibe bajo el modo de la ficción. Mucho más difícil que denunciar-desenmascarar (lo que aparece como) la realidad travestida de ficción es reconocer en la realidad “real” el ingrediente de ficción que comporta.
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